bio

 

PACO GÁMEZ es dramaturgo, actor, director y docente.

Es el autor teatral español más premiado de su generación, siendo reconocido con prestigiosos galardones como el Lope de Vega, el Certamen de Comedia del Teatro Español, el  Calderón de la Barca, Premio Jesús Campos de la Asociación de Autoras/es de Teatro, Finalista de los Max al Mejor Autor Revelación, LAM de la SGAE, Premio SGAE de Teatro InfantilPremio Jesús Domínguez, ganador del Torneo de Dramaturgia del Teatro Español…

Destacan entre sus textos: Inquilino (Numancia 9, 2º A)KatanaEl suelo que sostiene a HandeImpunidad, el Fin o Lagunas y Niebla; versiones como Praga, 1941, Eneida o El perro del hortelano; y libretos para ópera como Las horas vacías.

Su obra ha sido estrenada por el Centro Dramático Nacional, Teatro Real, Teatros del Canal, Teatro de la Abadía, Teatro Español, Teatro Circo PriceLa_Joven, Pavón Kamikaze, Teatro de la Zarzuela, Arriaga de Bilbao, Principal de Vitoria, Victoria Eugenia de San Sebastián. Fuera de España u obra ha sido producida en teatros como el Staatstheater Mainz (Teatro Estatal de Mainz- Alemania) y el Theaterhaus G7 en Mannheim, el Gala Theater (Washington D.C.), el Cervante Theatre (Londres) o el Complejo San Martín (Buenos Aires).

Sus textos se han traducido al inglés, francés, alemán, italiano, portugués, euskera, catalán, rumano, polaco, turco, hebreo, griego, coreano y chino.

Gámez ha escrito como autor residente en la Sala Beckett de Barcelona, en los laboratorios de la SGAE, en el programa Nuevas Dramaturgias del INAEM (Ministerio de Cultura) o el programa Anterzerkigintza Berriak del gobierno vasco.

Es licenciado en Filología Inglesa, en Interpretación textual por la E.S.A.D. de Sevilla y posgraduado en Ciencias del Espectáculo.

Notas sobre creación

Me interesa la convención escénica y su artificio sincero. Voy siempre a lo esencial, no al efecto.

Me gusta experimentar con la forma, pero el significado de la pieza rige siempre esa búsqueda, que se extiende hasta que el contenido y la estructura se confunden o se vuelven lo mismo.

La filosofía y la plástica, la ética y la estética como una misma sustancia.

Creo en el placer y el pensamiento como motores de un escenario compartido con la comunidad espectadora: con la polis.

Me pregunto siempre: ¿Por qué esta historia ahora? ¿Por qué nosotros?

Confío en los procesos, en la intuición, en la canalización inconsciente de las verdades que nos importan y las sospechas que nos acechan.

Trabajo desde lo sonoro, desde la palabra encarnada, desde lo terrenal y lo poético, desde lo feo y lo elevado. Todo ello como un acto fe.

En mis procesos es fundamental el tiempo de investigación, de acopio, de acumulación de materiales, imágenes, palabras, ideas.

No siempre escribo desde lo que ya sé, sino desde lo que necesito aprender, desde lo que desconozco o me provoca.

Muchas veces, el impulso creativo nace en aquello que me transporta lejos de mi vida cotidiana o en lo que me inquieta y me incomoda. Ese desplazamiento, ese extrañamiento, me amplía la mirada y, paradójicamente, me conecta con mi raíz.

Experimento desde un amor profundo a lo teatral: con su capacidad de sugestión y su torpeza matérica.

Me gusta idear en equipo y respeto los tiempos de mis colaboradores y sus aportaciones; me nutro del diálogo, del fluir con ellos y de los hallazgos que surgen en la búsqueda común.

Tengo tres hermanas, como el Andrei de Chéjov. La mayor tenía su propia compañía de teatro y me llevaba con ella a los ensayos cuando yo tenía apenas cuatro o cinco años. La acompañaba a los pueblos de Jaén, la ayudaba a montar y desmontar, a pasar texto, a vivir el teatro como un acto cotidiano, físico y poético.

La segunda tiene una mirada práctica sobre la vida. Es una trabajadora incansable, leal, firme. Me enseñó el valor del compromiso, del esfuerzo, del estar presente.

La tercera es pintora y escultora. Pasé mi adolescencia viéndola transformar ideas en imágenes, volúmenes, materia viva. Yo leía mientras ella pintaba: crecimos en paralelo, respirando arte sin solemnidad, con naturalidad.

Ellas tres me convirtieron en la persona que soy. Lo que pienso, lo que hago y lo que busco tiene su origen en esa constelación doméstica de mujeres tenaces.

Creo en la radicalidad como en el regreso a la raíz. Ser radical es ir a lo profundo, no quedarse en la superficie de lo brillante o lo correcto. Subir las apuestas, siempre.

Crear es meterse en la piscina que uno mismo ha llenado, aunque sepamos que está llena de pirañas.

Me lanzo sin mirar, no siempre sé si eso es valentía o inconsciencia. Tal vez sea lo mismo.

Busco el desequilibrio para encontrar algo más verdadero.

No concibo el arte sin esa entrega: si no nos jugamos algo importante, no me interesa.

Una vez, mi traductora al alemán, y amiga, Franziska Muche, me dijo: «Si fueses un animal, serías un cerdo de trufas».

No estoy del todo seguro de si me gusta la metáfora, pero entiendo lo que se refiere; ojalá tenga razón y encuentre algo bueno.

P.G.